17/1/13

El Hobbit: Un viaje inesperado (2012)

 Y por fin la especie fantástica más famosa de la última década regresó a la pantalla grande, pero no sin atravesar antes importantes problemas logísticos del cual el más importante fue la elección de un director acorde al proyecto. Guillermo del Toro parecía ser el candidato ideal, pero tras los problemas financieros que casi llevan a la quiebra a la productora Metro Goldwyn Mayer el proyecto se demoró más allá de lo previsto y el director mexicano lo abandonó a finales de mayo de 2010. Del Toro finalmente quedó acreditado como co-guionista junto al propio Peter Jackson, Philippa Boyens y Fran Walsh, esposa de Jackson. De esta manera el bueno de Peter, que inicialmente sería el productor, terminó colocándose detrás de cámara una vez más.

El Hobbit narra el comienzo del viaje de Bilbo Bolsón hacia Erebor, reino arrebatado a los enanos por el dragón Smaug, unos sesenta años antes de los hechos relatados en El Señor de los Anillos. Gandalf y trece enanos lo acompañarán por regiones plagadas de gigantes de piedra, trolls y orcos feroces, con el objeto de recuperar el reino y los tesoros que alberga.


Resulta inevitable la comparación con la trilogía anterior ya que ella es el motor que arrastra a las masas a las salas, y por eso es necesario plantear la pregunta obligada: ¿Está El Hobbit a la altura de El Señor de los Anillos?

“Todavía no” es la respuesta breve, aunque ello no significa que estemos ante una mala película. Y esto es entendible. La novela original, recordemos, la escribió Tolkien pensando en un público infantil, específicamente en sus hijos pequeños, mientras corregía unos exámenes de literatura inglesa para la Universidad de Oxford donde era profesor. La historia era simple, relativamente breve, y con personajes de escaso desarrollo. Además significó el primer boceto de la mitología que todos conocemos, aún sin desarrollar.

Trasladar esto a una saga de películas de tres horas de duración cada una resultaba bastante riesgoso. Con el Señor de los Anillos la tarea fue más simple: tenían a su disposición tres libros pensados para un público mayor, con un desarrollo complejo y multitud de personajes bien diferenciados.

El resultado, comparativamente hablando y por todo lo dicho, arroja una película a la que le falta la épica y el dramatismo que tenía incluso La Comunidad del Anillo. En El Hobbit predominan la acción y el humor, pero sobre todo los diálogos que enlentecen el ritmo. Los personajes además son menos carismáticos. Repiten algunos viejos conocidos, donde se destaca Ian McKellen como Gandalf, pero los trece enanos tienen un protagonismo dispar. Se hace foco sobre cuatro o cinco de ellos, siendo los demás un elemento de fondo. Sus caracterizaciones tampoco ayudan mucho: algunos son demasiado humanos (si no los viéramos en contexto parecerían de nuestra raza), mientras que otros lucen como meras caricaturas. Lo mismo ocurre con sus comportamientos, algo que termina quitándole identidad a la raza que representan.

Jakson, consciente de estas limitaciones, agregó secuencias que no figuran en el libro pero que pertenecen al universo creado por Tolkien. Amplió escenas y sobre todo hizo regresar a varios personajes que ya conocíamos de la anterior trilogía. La decisión fue sumamente inteligente y el resultado muy respetuoso de la obra del escritor inglés. No había otra alternativa para estirar un libro de algo más de 300 páginas pensado para el público infantil, y el resultado es casi perfecto, permitiendo entender muchos de los conflictos descriptos en El Señor de los Anillos.

 Peter Jackson sigue siendo un narrador hábil, logrando que esta película de tres horas no canse, a pesar de los bajones de ritmo producto de algunos diálogos extensos y la carencia de momentos épicos que se compensa con un fantástico final. Nueva Zelanda sigue siendo la Tierra Media perfecta, y el director la explota en toda su magnificencia.

Si de actuaciones hablamos, hay dos que merecen destacarse especialmente. En primer lugar pocos le tenían fe a Martin Freeman. Actor británico de 41 años, de modesta trayectoria sobre todo en el rubro televisivo, sorprende con su interpretación de Bilbo Bolsón. Habiendo estudiado minuciosamente la actuación de Ian Holm en su papel de Bilbo adulto, supo captar la esencia del personaje hasta sus más sutiles matices. Es el gran sostén del film y la mejor decisión del director en cuanto al casting. Y por otro lado está el trabajo de Andy Serkis y los técnicos de efectos especiales para dar vida a Gollum. Su participación es breve pero fundamental, y protagoniza tal vez el mejor segmento de la película, aquel en el que Bilbo lo encuentra por primera vez y le quita el anillo. El resultado del CGI es superior al de El Señor de los Anillos, y la humanidad que transmite la criatura deja pasmado al espectador atento.

La película incluye dos atractivos en el rubro técnico que han despertado cierta polémica. Es la primera de la saga que incorpora el 3D. Fue filmada con cámaras especiales y presenta los aciertos y problemas de la mayoría de los films de este tipo. El efecto está muy bien aprovechado, pero en las tomas oscuras (que abundan y mucho) suele perderse. También en ciertas escenas diurnas hice la prueba de retirar los lentes y comprobé que la imagen se veía sin ninguna distorsión.

Pero la principal novedad es la de los 48 frames por segundo. Un sistema muy promocionado y que James Cameron utilizará en las secuelas de Avatar. También denominado HFR, amplía al doble la cantidad de fotogramas que se proyectan en un segundo. Las críticas no se hicieron esperar: los detractores hablan de que la película parece un videojuego, un programa de televisión en HD, que los personajes se mueven más rápido de lo normal, que los efectos especiales quedan más expuestos, y que puede provocar mareos hasta que el ojo se acostumbra. Ningún par de ojos ve igual que otro, así que me limitaré a comentar mi experiencia con toda la subjetividad que ello implica.

La principal ventaja que noté es la eliminación del feo efecto de borroneado o imagen entrecortada al moverse la cámara. En esta película dicho recurso abunda, y me agradó tener siempre a la vista imágenes claras. No me mareó en absoluto y tampoco le costó a mis ojos adaptarse. Es cierto que se vé con una nitidez muy cercana al HD y que pierde el típico aspecto de película de cine, pero no me molestó en absoluto, Los efectos especiales se ven igual de bien o mal que antes: los fondos matte siguen pareciendo pinturas y los personajes digitales como Gollum parecen de carne y hueso. Lo que es cierto es que algunos movimientos se perciben acelerados, quitándole naturalidad a la proyección. Esto se nota sobre todo cuando los personajes corren en los planos generales.

En definitiva, los 48 fps mejoran notablemente la imagen acercándola al HD, pero tampoco representa la revolución que causó el resurgimiento del 3D promovido por Avatar. En mi caso la recomiendo, pero no esperan nada deslumbrante.

El Hobbit es un gran espectáculo, pero que todavía no alcanza la grandiosidad de El Señor de los Anillos. Tal vez no lo consiga debido a las limitaciones de la historia original. No obstante, espero más para la segunda parte.

La trilogía ya fue filmada y lo que falta se encuentra en plena post-producción. A “Un viaje inesperado” le seguirán “La desolación de Smaug” en diciembre de 2013, y “Partida y regreso” en julio de 2014. Habrá que esperar para comprobar si la decisión de convertir la historia en trilogía fue la acertada.




¡ASÍ SÍ!: Gran entretenimiento de tres horas que pasan rápido. Excelente trabajo protagónico de Martin Freeman. Despliegue visual de primer nivel.


¡ASÍ NO!: Nuevos personajes que no convencen. Carece de la dimensión épica de El Señor de los Anillos.







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